La prehistoria se nutre de múltiples disciplinas que permiten un mayor y mejor conocimiento del periodo. En muchos casos estas ciencias, que actúan en este caso como auxiliares, son ciencias físicas, químicas, biológicas... es decir bastante alejadas de lo que pensaríamos en un primer momento cuando hablamos de una disciplina histórica. La lejanía en el tiempo, la inexistencia de fuentes escritas y la dificultad para encontrar e interpretar el registro arqueológico es lo que le confiere ese caracter un poco distinto dentro de la ciencia histórica. Es por ello que se hace necesario recurrir a otras ciencias que nos puedan aportar inforación como la estratigrafía, cronología, paleobotánica, etc.
Así nos encontramos con una ciencia que ayuda de gran manera a la prehistoria, la arqueometría. Ésta ha variado su significado y campo de estudio desde que se acuñó en término allá por los años 50 (para profundizar en el tema http://tp.revistas.csic.es/index.php/tp/article/view/92/92), pero digamos que básicamente se encarga del estudio de los restos arqueológicos a través de diferentes técnicas para sacar la máxima información posible, fundamentalmente la datación de los restos, ya sea absoluta o relativa.
Por esta especial relevancia que alcanza la arqueometría en la investigación prehistórica y siempre manteniendo el nivel de divulgación, vamos a publicar periódicamente una serie de entradas exponiendo los principales métodos de datación arqueométricos, desde el famoso Carbono 14 (radiocarbono) pasando por la dendrocronología y llegando hasta donde nos permitan las características de este blog.
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