Este tema ha sido
tratado por Consuelo Flecha García[1]
y en cuyos artículos nos basamos.
A partir de 1873 se
constata la presencia en la Universidad de Barcelona, antes, y en la Central de
Madrid, después, de mujeres estudiando. Este hecho se gestó anteriormente
cuando 2 años antes María Elena Maseras solicita al rey Amadeo de Saboya poder
realizar los estudios secundarios para después acceder a la Facultad catalana,
lo cual le fue concedido.
Las tres primeras
estudiantes de medicina en la Universidad de Barcelona solicitaron el título de
licenciado y no se les concedió hasta más de tres años después, en 1882, tras
una gran discusión en el Consejo de Instrucción Pública.
Estos hechos se enmarcan
en un contexto de afianzamiento del Estado liberal, predominio del capitalismo
y estructuración social por clases. En este ambiente los hombres fueron
ensanchando sus horizontes y posibilidades pero las mujeres se mantuvieron en
lugares y tareas muy reducidas y acotadas. No hay que olvidar que mientras unas
pocas mujeres son las pioneras en los estudios de doctorado, la realidad social
nos muestra que el 74 % de las mujeres de Barcelona son analfabetas.
De las primeras mujeres
universitarias, la mayoría llegó a licenciarse y cinco de ellas llegaron a ser
doctoras antes del año 1900, un grado académico para cuya concesión se suponía
se necesitaba tener unas determinadas capacidades que en el debate
anteriormente comentado no se le reconocían a la mujer, en función de su
naturaleza. De estas cinco doctoras, tres lo eran de medicina, tema que es el
que aquí interesa. Hay que recordar que en estos momentos solo la Universidad
Central, sita en Madrid, podía otorgar el grado de doctor así que todos los estudiantes
que lo deseasen tenían que trasladase a Madrid para realizar los
correspondientes cursos de doctorado.
Las dos primeras mujeres
que se doctoraron en medicina fueron Dolores Aleu Riera y Martina Castells
Ballespí, procedentes ambas de Barcelona, las cuales defendieron sus tesis en
octubre de 1882 con pocos días de diferencia. Hay que mencionar que María Elena
Maseras, la primera alumna que terminó los estudios de medicina no se llegó a
doctorar por e problema ya comentado de la tardanza en la concesión del título
de licenciatura, lo cual le hizo incorporarse al mundo laboral porque ya no
podía retrasar más sus inicios en el trabajo.
Sin olvidar lo
excepcional que fueron estas mujeres que eran las primeras en obtener el título
de doctoras, pasamos ya a comentar los temas tratados en sus respectivas tesis.
Hay que recalcar que
ambas escogieron como tema para realizar sus tesis el estudio de la mujer,
siendo la de Dolores Aleu “De la necesidad de encaminar por nueva senda la
educación higiénico-moral de la mujer” y la de Martina Castells “Educación
física, moral e intelectual que debe darse a la mujer par que esta contribuya
en grado máximo a la perfección y la de la humanidad”. Esto nos muestra que por
primera vez los temas relacionados con la mujer y la medicina van a ser
estudiados y tratados por las propias mujeres, ya que hasta el momento solo lo
habían hecho hombres.
Además, ambas tesis
estaban relacionadas de alguna manera con la educación y la instrucción de la
mujer, y es importante que las mismas mujeres pudieran participar en las tesis
sobre ese tema en un momento que se está configurando la instrucción pública y
se está definiendo dónde desarrollar la educación y a quién dársela, porque así
pueden incluir a la mujer en el nuevo diseño educativo.
Estas mujeres se
refirieron a la situación de la mujer a lo largo de la historia, y como a pesar
de serles negada la instrucción por norma general, también había ejemplos de
mujeres excepcionales que destacaron en la ciencia y cultura. También hicieron
mención de la situación de la mujer y los estudios en el extranjero, destacando
Estados Unidos y Gran Bretaña donde habría una gran libertad para la mujer a la
cual España no había llegado todavía y no se esperaba que lo hiciera
rápidamente.
Así buscaban apoyarse en
argumentos a favor, legitimarse en su posición dentro de un mundo en el cual su
discurso era de (discurso médico) considerar a la mujer como frágil, emotiva
afectivamente dependiente, necesitada de la protección masculina, pasiva sexualmente,
predestinada a la maternidad, que sería lo único que hacía bien siendo
defectuosa como persona. Todo este discurso sentaba sus bases en unas supuestas
características biológicas universales y eternas de la mujer. Estas
características haría a la mujer inferior moral e intelectualmente, cosa
supuestamente confirmada mediante estudios del tamaño del cerebro que sería de
menor tamaño que el del hombre. Cosa que no aceptaba todo el mundo, ya que
existían opiniones que decían que la aparente diferencia de capacidad
intelectual de las mujeres se debe a que no se le ha dejado instruirse, a que
no tiene las mismas posibilidades que el hombre en el campo de la cultura y la
intelectualidad.
Como muestra de la
actitud tomada respecto a la mujer está el testimonio de Dolores Aleu sobre las
dificultades presentes durante su carrera, y que ella achaca a pertenecer al
conocido como “sexo débil” plasmadas en la carta que mandó desde Madrid a su
profesor de Clínica Quirúrgica en la Universidad de Barcelona (Juan Giré
Partagás) en la cual le confiesa: “¡Cuántas veces hubiera quizá dejado mis
estudios, aturdida por las rudas sacudidas venidas de tantas partes…” Incluso
llega a acusar a hombres que habían entorpecido su carera y que moramente no
debían estar donde estaban porque habían conseguido la cátedra por otros medios
distintos al establecido de oposición.
Esta situación la tuvo
en cuenta Dolores Aleu a la hora de redactar su exposición, la cual aprovechó
para habla sobre la problemática de la mujer que ella misma había padecido y
pode rasí contribuir al cambio de la situación que estaban sufriendo muchas
mujeres. Así, constató que todavía se había avanzado muy poco en la educación
de la mujer y que habría que seguir luchando para defender la libertad individual
y la posibilidad de autonomía de la mujer.
También manifestó que no
solo era que se había mantenido a la mujer en la ignorancia a lo largo de la
historia, sino que a la mujer que había conseguido instruirse se le castigaba,
por ejemplo, en determinados momentos históricos acusándolas de herejes o
hechiceras.
Además, fue en contra de
la argumentación de determinadas características femeninas como sería la
debilidad, cosa que no era cierto como se podía apreciar en el hecho de que la
mujer realizara trabajos duros a lo largo de la historia en el campo y que en
el momento que estaban viviendo, también se encontraba la mujer trabajando en
fábricas y talleres en penosas condiciones. Aquí se puede ver una doble moral
de la sociedad, la mujer es considerada débil para darle instrucción pero no
para realizar unos trabajos muy duros.
Resulta interesante
conocer la opinión que Dolores Aleu tenia sobre las diferencias entre sexos, ya
que en un momento que estaba extendida la idea de que se debían a causas naturales
(quizás porque interesaba esto) ella piensa que esas diferencias se deben más
bien al ambiente y la diferente instrucción que reciben hombres y mujeres desde
niños. También se pronunció en un tema que estaba candente en el momento, como
el que las diferencias entre sexos pudiese explicarse mediante la
diferenciación en el tamaño del cerebro, ya que los estudios realizados
indicaban que la mujer tenía un cerebro más pequeño. Para Dolores Aleu no había
que exagerar los resultados obtenidos por los estudios científicos del momento
y que éstos no podían ser utilizados para negar o limitar el derecho de las
mujeres a la educación. A pesar de esto no negó el que pudiera darse una
relación ente el tamaño del cerebro y la función, aunque ella seguía recurriendo
razones históricas para justificarlo. Así, a pesar de la situación de la mujer
a lo largo de la historia, mencionó los casos de mujeres que consiguieron
superar las limitaciones impuestas y que consiguieron destacar en diversas
ramas del saber, lo cual sería una muestra clara que desmentiría el argumento
de la incapacidad natural femenina.
A pesar de todo ello,
Dolores Aleu no rompió con las funciones que las mujeres tenían asignadas en la
familia, pero propuso educar a las jóvenes como un medio que les preparase
mejor para sus futuras responsabilidades. Además, también admitió que no
estaban en manos de las mujeres esas reformas que permitirían ejercer a las
mujeres el derecho de la educación. Esto último podría chocar con el resto del
discurso de Dolores Aleu, pero n hay que olvidar el momento histórico en el que
nos encontramos y que no es fácil avanzar todo lo deseable de golpe. Tampoco
hay que olvidar que la exposición se hacia frente a un tribunal compuesto por
hombres y por tanto podría no convenir radicalizar mucho un discurso, lo cual
le podría perjudicar, a pesar de lo cual en el mismo aprovecha para decir cosas
que piensa y que son novedosas por lo que dice, quién o dice y en que contexto
lo dice.
También Martina
Castells, la segunda mujer doctora en medicina de España, recurrió a la
educación de las mujeres como una de las causas del progreso y bienestar
social, aunque es verdad que Martina defendió esa idea desde el convencimiento
de que iba a conseguir muy poco, y de que lo que estaba haciendo no iba a
servir para mucho. Es más, no pretendía que se considerara igual a la mujer y
al hombre, a la vez que negaba la participación electoral de la mujer, tanto
como votante como posible candidata. Su única ambición era dar una instrucción
adecuada a la mujer que le permitiera cumplir de mejor manera la tarea para la
que había venido a este mundo, o sea, ser las mejores compañeras de su marido y
las mejores madres para sus hijos.
Como vemos, hasta una
mujer pionera como ésta tenía asimilada la base fundamental de la esencia
femenina en esta sociedad. Ello nos muestra la dificultad de cambiar un
pensamiento muy arraigado en la sociedad, hasta el punto que las propias
afectadas por la discriminación lo asimilan como lo que debe ser y es muy
difícil que se planteen cambiarlo. Así, en este momento, ni hombres ni mujeres
discutían sobre el trabajo doméstico, que era una tarea realizada por la mujer
(ya sea la propia mujer o una sirvienta) de manera inexcusable. Y es que
cualquier intento por parte de la mujer de alejarse del ámbito doméstico era
una ruptura con la tradición y con una conducta consagrada que provocaba la
descalificación social. Puede ser que esta situación fuera la que empujara a
Martina Castells a no intentar salirse de lo establecido, sabiendo de antemano
que estando así las cosas en el momento que vivía, no iba a conseguir nada y no
serviría nada más que para perjudicarla.
Así que existen dos
teorías para intentar explicar por qué Martina Castells no fue más allá en la
exposición de su tesis, una que ella misma tuviera asumido el rol que se le
asignaba y no llegara a plantearse el romperlo, y otra, que no intentara ir más
allá porque entendía que no serviría de nada y tal como estaba la situación no
era fácil que las cosas cambiaran a pesar de que sería lo deseado por ella.
Para Martina Castells el
principal proyecto en la vida de una mujer es el matrimonio y hacia lo cual se
le debe encauzar, aunque también admitía que si había niñas que deseaban seguir
estudiando (tal y como había sido su caso) había que animarlas a ello y darles
los medios adecuados para llevarlo a cabo.
Durante el s. XIX se
estaban configurando los sistemas educativos, tal como se ha comentado
anteriormente, y en esto se debatía sobre que enseñar a las niñas para que una
vez sean mujeres cumplan adecuadamente las funciones asignadas por la sociedad
burguesa, que fundamentalmente corresponde a la reproducción. En este proceso
van a intervenir las facultades de medicina que se van a interesar en el
cuidado del cuerpo y protección de la salud, surgiendo por ello el tema de la
educación física de las mujeres. Así surge en el s. XIX la conocida corriente
de los higienistas que van a recomendar a las mujeres cosas como que no
estudiasen, no se fomentase su imaginación, los alimentos más adecuados, las
posturas del cuerpo, el tipo de vestidos que debían llevar, etc.
Dentro de este debate
sobre la educación de la mujer las doctoradas Dolores Aleu y Martina Castells
recomendaron que se le dotase a la mujer de una instrucción adecuada en
fisiología, higiene, botánica médica, química, geología, meteorología, historia
natural, filosofía y “conocimientos referentes a la industria y a la
agricultura”. Así, Dolores Aleu creía que la educación sería el elemento
fundamental que posibilitaría un cambio en la situación de la mujer y la
transformación de su papel en la sociedad.
[1] FLECHA GARCÍA, CONSUELO, La educación de la mujer según las primeras doctoras en medicina de la
universidad española, año 1882, Dynamis, 1999, pp. 241-278
FLECHA GARCÍA, CONSUELO, Doctoras en la universidad española. Las pioneras, Arenal. Revista
de Historia de las mujeres, 1995, 2 (1) pp. 81-100
Fantástica entrada, Víctor, me ha gustado mucho!! Saludos
ResponderEliminarAunque con retraso, muchas gracias por tu comentario. Saludos.
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